Publicado en Cepas, Vino 101, Vino en Perú

El Extraño Caso del Vino Ruché en Lima


foto de la tia que se cree dios

Una de las cosas mas fascinantes del mundo del vino es que nunca te deja de sorprender. Hace unos años llegó a la retail donde laboraba, Everything Wine, de Vancouver, una botella de vino hecho de uva Ruché, que quedó instalada entre las otras ochocientas* etiquetas italianas sin llamar la atención de los empleados, conocedores todos ellos, en mayor o menor medida, de vino.

LA IGNORANCIA ES INSOLENTE

Allí quedaron las doce botellas del inconspicuo vino, como soldaditos en parada hasta que un cliente llegó un día y preguntó por el citado producto. Qué es Ruché? Con qué se toma? Escándalo, ninguno de los ocho especialistas sabía, incluyendo a este noble servidor. Luego de unas explicaciones tentativas más o menos perdidas, el cliente optó por un Barbera de 8 dólares y se fue de la tienda, no muy convencido de haber sido bien atendido. En aquellos tiempos yo cursaba mi WSET 2 y trataba de aprender de cuanto vino hubiera, así que diligente busqué la info en internet y preparé un simpático descriptor que caligrafié en unas cartulinas de color violeta que teníamos como shelf talkers y la colgué de la góndola bajo el vino. Como ya comenté por ahí, luego de unos años en EW culminé mi WSET 3, pasé dos años yendo a toda feria y catando todo lo que hubiera para catar bajo la luz del sol y luego me volví a mi Perú nativo.

EL VINO TE DA SORPRESAS

Nunca más escuché hablar de Ruché, es más, con el tiempo, cuando uno no usa un concepto este se desvanece de la memoria. Hasta anoche, 3 años más tarde, cuando en reunión de amigos en la mansión de La Bruja en el corazón de Miraflores, llegó Il Conoscitore con dos botellas a compartir, una de ellas un Ruché. Quedé estupefacto. Qué hacía un Ruché en Lima? No recordaba ya nada de lo que había estudiado de manera perfunctoria para escribir aquella lejana nota de cata, de manera que no pude impresionar a mis cuatro, cinco amigos.  Pero sí recordé que el Ruché aquel había sido bastante tánico, casi  astringente y si bien me había gustado, consideré que por su estilo rústico seria un hard sell. Con curiosidad leí la etiqueta, con muy poca información y me dispuse a la cata.

Ruche Cascina Tavijn

Il Conoscitore abrió la botella  y  sirvió una generosa porción para sí mismo la cual mantuvo en la copa por un buen rato «para que respire». Yo sí me animé al vino ahí mismo, encontrando un color rubí algo paliducho,  pero una nariz interesante floral y muy alcohólica, que se confirmó cuando revisé el back label: 14%. De la copa salió un ventarrón de fruta roja un tanto al estilo de la goma de mascar.  No tanto como en un Gamay o un «Gorgoña» (versión peruana del Borgoña) pero presente.  Maceración carbónica? Mis contertulios no tenían la menor noción de la técnica pero concordaron en que el caldo tenía una leve efervescencia que yo no pude detectar. La fruta iba acompañada de una buena dosis de especias. La acidez medium+  algo a considerar cuando se piensa en maridajes. Como dije arriba, esperaba encontrar un vino muy tánico-rústico, pero no fue así. Era más bien tánico-elegante. El final pequeño, pero en general, agradable de beber.

EL DESAZNE

Con el vino, muchas veces uno aprende luego de haberlo bebido.  Leo ahora que aunque se le considera indígena de Castagnole Monferrato (en el Piedmont)  la Ruché se pudo originar en Francia y este es la idea prevalente entre los expertos hoy. Un dato interesante es que varios productores de Ruché añejan sus vinos en barricas de Acacia, aunque no es el caso para este vino de la bodega Cascina Tavijn. El roble de Eslavonia que utilizan, imparte aromas menos intensos que el roble francés o americano y suaviza el tanino. 

Como indicó Il Conoscitore, este vino anda por los 20 dólares, que es el precio que el importador tiene pensado para el mercado peruano. Creo que como en el caso del Ruché que conocí en Vancouver, será un poco difícil que el gran público limeño acepte este vino así nomás. Un poco oscuro para los paladares nuestros, acostumbrados a algo más fácil.

Yo sí lo repetiría, aunque no con las sabrosas chistorras que Il Conoscitore preparó con cebollas y especias, cuya grasa abrumó la acidez media  del vino, sino con una carapulcra, un  olluquito, un picante a la tacneña, un Tandoori,  o comida china «Chifa».

VEREDICTO

Como siempre, Il Conoscitore nos alegró la noche con un par de buenos vinos (el otro un Barbera biodinámico) y con las chistorras mencionadas líneas arriba, que La Bruja en su vulgaridad eno-alcohólico-gastronómica describió como «salchichas de Huacho«. Qué huacho que sos!

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*Everything Wine mantiene un stock de 3,000 etiquetas distintas en cada una de  sus tiendas

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Maridajes de Zinfandel y Cocina Peruana


Aunque todavía no es muy p0pular en Perú, la cepa Zinfandel tiene una bien ganada fama de ser «el tinto mas maridable» con un rango de comidas. La mayor producción de esta uva se da en California, aunque también se produce en menores cantidades en otros países, como  Australia.

La cepa Zinfandel produce un vino denso, con alto tenor de alcohol (usualmente entre 13.5 y 15 %) y con fruta muy madura, compotada, casi dulce y muy especiada, en juego con una buena acidez. Los taninos son casi siempre moderados, con una sensacion -textura- muy agradable en boca. La vinificación de esta cepa ha avanzado mucho. En otros días, las versiones baratas de Zin -como la llaman en California- eran insulsas, casi dulzonas. Hoy se pueden encontrar en el rango de vinos budget productos de buena calidad, aunque en precio no pueden competir con los vinos sudamericanos que se pueden adquirir en nuestro país. La bodega Barefoot , por ejemplo, hace un entry level por diez dolares que no está nada mal. Aquí en Perú se puede adquirir este y también  el Painted Bridge, que anda, me parece, por los 35 soles pero bien vale la pena probarlo, es de buena calidad.

La variedad también tiene sus exponentes de élite, los que provienen de cepas viejas. Algunos expertos afirman que los mejores Zinfandel se obtienen de cepas que tengan entre 70 a 110 años desde su plantación. Lo cual es mucho tiempo. Esos vinos tienen una fruta mucho mas intensa que reverbera en un final largo, lleno de pimienta, cuero y toques minerales. Esos vinos tambien cuestan mucho dinero, entre 40 a 80 dolares por el Black Chicken de Robert Biale, los Cortina de Seghesio o el excelente Ridge Lytton Springs.

Volviendo a la capacidad del Zin para maridajes, tiene una flexibilidad impresionante, desde carnes a la parrilla (BBQ), pasando por chuletas de cerdo, salchichas y chorizos, hasta cioppinos (pensar parihuela) y quesos. Incluso se le considera uno de los mejores vinos tintos para casar con comidas orientales como la zechuan (pensar chifa)  y thailandesa, lo que no es poca cosa. Eso lo logra por su formidable ensamblaje de toques casi dulces de la fruta, siendo esta cepa tipicamente fruit forward y con la abundante especia descrita arriba.

Zinfandel con Cocina Peruana

La cocina peruana, diversa y compleja, no es precisamente la mas fácil de maridar, entre otras razones, por la ubicuidad del picante. El Zin, sin embago, por tener taninos moderados y suaves, es un tinto que se lleva bien con comidas moderadamente picantes. (nota. que si quiere meterle medio rocoto a su plato mejor es eliminar la idea de acompañar con vino). El Zinfandel, por su versatilidad, es un vino tinto que da la talla a muchos platos de nuestra gastronomía, estirándose desde los anticuchos hasta las parihuelas, pasando por los preparados mas diversos, como olluquito, caucau y pachamanca. Seco de cabrito estilo norteño? Zinfandel. Picante a la Tacneña o Picante de Guatita? Zinfandel. Arroz con Pato? Carapulcra? Adobo de cerdo? Pescado a lo Macho? La lista no tiene fin. Ojala pronto mas versiones de esta cepa tan deliciosa estén disponibles al consumidor peruano.

ps. nota de mayo 2012. He visto el decente Zinfandel by Woodbridge, a 45 soles o algo por ahí en supermercados de lima. Recomendable aunque a sobreprecio.