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LIFE OF PI / ELOGIO A LA INTRODUCCION PRIMERA PARTE


LEER es una actividad algo misteriosa. Algunos leen incansablemente desde que descubren el placer íntimo que se crea en la distancia secreta que va de las pupilas a la página. La tinta contra la fibra del papel tiene también un encanto, aunque el lector, encantado por la historia que se desenvuelve ante su asombro, muchas veces la ignora. La lectura es sonido, más que vista, aunque parezca contra-intuitivo, tiene una textura física, y a pesar de que esta es una presencia continua, presente y clara, la abstracción en el plot -la trama- nos priva, a veces, de esa dimensión extra del placer de leer.

INTENTÈ leer la novela de Yann Martel en el año 2003 cuando vivía en Ottawa pero no pude pasar de unas cuantas páginas. La introducción me pareció genial -copiaré más adelante algunos segmentos que me deleitaron- pero entrando ya a los primeros capitulos, cuando desarrolla todo un pensamiento respecto a que si los animales están mejor en estado silvestre o en zoológicos y elabora descripciones de algunos personajes que sirven para el entarimado de la trama, me aburrí. No voy a negar que en parte también me irritó el argumento de que los animales están mejor enjaulados que en libertad, lo que me pareció no solo errado sino infame. Pero su caracterización de Mamaji y del profesor Kumar me resultaron indigestos, aunque mucho menos que la viñeta -de intención hilarante- de como los compañeros de escuela del héroe de la novela lo acosaron cruelmente en razón de su nombre, Piscine, que ellos dislocaron en pissing -meando- aunque salva la martingala pues con eso sella su nombre para el resto del libro como Pi (pronunciado en inglés pái y no pí como en español).

EL HECHO es que avance algo más en la trama sin engancharme y cometí el pecado que el buen lector no debe cometer: me fui al final para ver cómo terminaba. Tampoco tuve éxito con esta táctica que me sirvió muy bien para leer Cien Años de Soledad, que dejé unas diez veces hasta que leí el final y luego de eso la devoré de cabo a rabo, releyéndola 9 veces, 7 en castellano y 2 en inglés, en la excelente traducción de Gregory Rebassa, la que ha convencido a muchos lectores anglosajones de que la version en el idioma de Newton es mejor que en su idioma original. Lo cual, es absurdo, a lo cual estoy facultado en función de haberla leido en ambos idiomas en múltiples ocasiones y por tener un dominio bastante avanzado del inglés. Al final del invierno de ese año volví a Vancouver, donde estudié un posgrado y luego trabajé como vendedor de vinos hasta que el 2012 regresé a mi Perú natal. A poco de llegar al pais del metal y la melancolía me llegó la noticia de que el almacén donde había dejado guardados todos mis enseres -de lo cual lo que más lloro son mis libros y una colección de corales que recogí en el Mar de Bering durante mis tiempos en altamar- se había inundado, dañando irreparablemente todos mis objetos personales, con lo cual se perdió también mi copia de Life of Pi. La historia no volvió a mi mente sino hasta mucho después.

El año 2017, en una de mis visitas a los libreros de segunda de Quilca, encontré un paperback de Life of Pi, en inglés (me rehúso a leer traducciones) en perfecto estado, aunque no con la tapa en mate de una ilustracion de la cabeza de un tigre sobre un arco de ondas azules que simulaban el mar, sino una mas reciente, mostrando un bote blanco sobre el fondo marino, en el cual se ve a un tigre encaramado en la proa y al fondo, casi escondido en popa, a un joven de piel oscura, Pi. Decidí comprarlo, no tanto porque me interesara leer la novela que ya me habia dejado la impresion detallada arriba, sino porque me servia para reconstruir en algo el patrimonio de cosas queridas que perdí en el naufragio de mi pasado. Llegué a casa le dia una mirada por demás perfunctoria y la arrumé con una cantidad de libros que esperaban ser leídos. No tenía la menor intención de leer Pi. Hasta que en un mercadillo vi una copia CD de la película y la compré con otras más para tener algo con que llenar alguna tarde aburrimiento sabatino. El filme me fascinó. Es una historia conmovedora y rica, así como ricas son las imágenes de los dos naúfragos en medio del océano que se separan al llegar a una isla, escena que debo confesar, me hizo lagrimear mucho. La vi una y otra vez y me dije, la novela no puede ser tan mala.

EMPECÉ a leerla en el bar Queirolo del centro de Lima, muy cerca a donde habia comprado el libro, acompañando un menu de sopa, que estaba buena, pues se puede bancar en cualquier parte del Perù que la sopa que abre el menù màs humilde es deliciosa. El plato principal era cau-cau o patita no recuerdo pero sí que no estaba tan bueno y lo mejoré con un adición generosa de salsa picante, la cual tiene el mágico efecto de hacer cualquier menjunje más apetitoso.

Leer segunda parte aquí https://wordpress.com/post/ivanvino.com/2438