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Maridaje de Comida Peruana con Inca Kola


Hace muchos años corrió una broma un poco tonta, un poco crasa, respecto a la gaseosa mas peruana que hay, ha habido y habrá, la Inca Kola, bebida favorita de los peruanos y denostada por gringos en sus guías de viajero como algo intomable y de aspecto chernobiliano. Una edición de la guía Lonely Planet el autor desafiaba a algun gringo que pudiera beber una botella entera sin vomitar a que le escribiera para contarlo en su panfleto. Qué puede saber un gringo de sabores al fin y al cabo para juzgar la Inca Kola? Si no distinguen una hamburguesa de un mango al palo. En fin. La broma era «¿que le dijo la jeringa a la gaseosa?» y la tonta respuesta era «Tú Inca Kola y yo hinca culo». Bueno, alli está para los curiosos del fino humor peruviano.

El tema de la Inca Kola en maridaje no es broma. Muchas veces habrán escuchado que la Inca Kola va bien con el Chifa, con el Pollo a la Brasa y con otros muchos platos de la gastronomía nacional del Perú, que del Perú estamos hablando, y de su gastronomía, ensalzada por muchos y envilecida por aquellos quienes detestan el picante y el condimento y peor aun, aborrecida por los defensores de los derechos de los animales porque plato sin carne no es plato peruano. En fin, volviendo al tema de la Inca Kola y el maridaje,  justamente su carácter aromáticos junto con su sabor frutero y dulzón son los responsables de esa impresión de que va bien con la comida nacional. Lo que está detrás de los vinos que casan bien con los mismos platos, vinos con características que van en esa línea, a saber: aroma con especia, buena presencia de fruta, amables en taninos, fruta muy madura hasta el punto que siendo secos puedan dar una impresión de dulzor -como es el caso del Zinfandel que le va bien a casi toda nuestra gastronomía- o también vinos semisecos, tanto blancos (probar un buen Gewurztraminer de Alsace o Chile) como tintos (Zinfandel, Malbec, Shiraz australiano, Pinotage sudafricano) y por supuesto, rosés, porque los rosados también son compañeros de danza para multitud de platillos de los cuales los peruanos nos enorgullecemos.

Entonces, la próxima que alguien le diga que la Inca Kola marida bien con el arroz chaufa, habrá que pensar dos veces antes de reírse.

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Mix de Lechugas sin Mix: Punto en Contra para Wong


Qué misio. Compré una bolsa de supuesto «mix de lechuga» en tiendas Wong (con la marca Wong encima) y resulta que el gran mix era 90% de lechuga crespa y el resto un solo tipo de lechuga roja. Ya pues. El término Mix está establecida en el tema de vegetales como una melange, con 3 o mas variedades de lechuga. Peor aun, la información en el reverso de la bolsa no detalla los ingredientes. Así no es pues.

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Bodegas Virtuales, Vinos Reales


Kim Crawford Sauvignon Blanc (750 ML)

CUANDO UNO BEBE UN BUEN VINO SE PIENSA EN EL TERROIR, en la tierra de donde viene, en el sol golpeando el verde dorado de las parras, en la bodega y su lóbrega tranquilidad vinosa, en el tiempo y los años que parecen pegarse a barricas, paredes, estantes cubiertos de botellas. Tener una bodega, hacer vino, es el sueño de muchos y es tan común como el sueño de escribir una novela: un sueño que solo pocos realizan.

Pero mientras que para escribir un libro solo se requiere lápiz y papel, el sueño de hacer vino parece mucho mas complicado: la tierra es cada vez mas cara, los equipos modernos también lo son, así como la mano de obra. Parece pues, un sueño imposible. Es así como que para romper ese maleficio nace la bodega virtual, las famosas virtual wineries.

En la bodega virtual el emprendedor  no es propietario de la tierra ni de los equipos, sino que compra las uvas y alquila bodegas cuya capacidad instalada excede la de su producción. El emprendedor del vino no es dueño de una prensa ni de una línea de embotellamiento. Ni siquiera tiene que ser un enólogo: si no conoce el tema a fondo contrata un experto que lo asesore en lograr el vino con el que sueña y paga a la bodega por almacenar su vino durante el añejamiento. Y aunque a algunos le suene a herejía, algunos de los vinos mas deliciosos que se encuentran en el mercado internacional son producidos por virtual wineries.

Un ejemplo clásico es el de Kim Crawford, etiqueta insignia de la industria vitivinícola de Nueva Zelanda y productora de uno de los Sauvignon Blanc mas impresionantes que uno pueda disfrutar por menos de 25 dólares.  Las uvas provienen de distintas localidades de las islas norte y sur del país Kiwi, mientras que la producción es dirigida desde Auckland e involucra varias bodegas diseminadas en distintas partes del país, que tienen espacio y capacidad disponible.

El fenómeno se ha extendido y aunque en algunos casos -como el de Kim, que es imperativo degustar para los amantes del Sauv Blanc– ha pasado a producir grandes volúmenes, sirve como vía a aquellos que tienen el sueño de producir un gran vino en pequeñas cantidades aunque suficientemente grandes como para entrar al mercado y cumplir el sueño de hacer su propio vino. Solo en los Estados Unidos hay más de 1700 bodegas virtuales, lo que responde al hecho de que como business model es muy atractivo. No se requieren grandes inversiones en tierra y equipo, da flexibilidad al productor y permite diferenciar el producto como un vino boutique, de pequeña produccion, alta calidad y alto precio.